viernes, octubre 21, 2005

Ad infinitum (o el error lógico llamado círculo)

"¿Es la voluntad libre? Aquí el concepto de libertad, que hasta el momento se había pensado solamente en referencia al poder, había quedado establecido en relación al querer; y había surgido el problema de si el querer mismo era libre. Pero considerándolo más de cerca, el concepto de libertad originario, puramente empírico y, por ello, popular, se muestra incapaz de aceptar esa conexión con el querer. Pues, de acuerdo con aquél, «libre» significa «acorde con la propia voluntad»: si uno pregunta si la voluntad misma es libre, está preguntando si la voluntad es acorde consigo misma: lo cual, desde luego, es aceptable, pero con lo cual tampoco se ha dicho nada. Según el concepto empírico de la libertad, se dice: «Yo soy libre si puedo hacer lo que quiero»: y con el «lo que quiero» está aquí ya decidida la libertad. Pero ahora, puesto que preguntamos por la libertad del querer mismo, se plantearía la pregunta de este modo: «¿Puedes también querer lo que quieres?». Lo que viene a ser como si el querer dependiera aún de otro querer que radicase tras él. Y, en el supuesto de que esa pregunta se respondiera afirmativamente, surgiría enseguida la segunda: «¿Puedes también querer lo que quieres querer?». Y así se remontaría hasta el infinito, en tanto que siempre pensaríamos un querer como dependiente de uno anterior o situado más hondo, y aspiraríamos en vano a terminar alcanzando, por ese camino, uno que tuviéramos que pensar y aceptar como no dependiente de nada en absoluto. Pero si estuviésemos dispuestos a aceptar un querer tal, podríamos exactamente igual tomar a discreción el primero por el último, con lo que la pregunta se retrotraería a la forma simple «¿Puedes querer?». Mas lo que se quiere saber, y queda todavía sin resolver, es si la mera respuesta afirmativa a esa pregunta decide la libertad del querer."
Arthur SCHOPENHAUER, Los dos problemas fundamentales de la ética (1839)

1 Comments:

Blogger Ana Rubio said...

(vols dir que vols més?, vull dir: més)

A o B / A = B / A = A
(voluntad, libertad, necesidad, causalidad, casualidad...moral...)

"Así pues, el concepto de libertad originario, empírico y extraído del hacer, se niega a aceptar una conexión directa con el concepto de la voluntad. Por ello, para poder aplicar el concepto de la libertad a la voluntad habría que modificarlo, entendiéndolo como más abstracto. Eso se lograría entendiendo con el concepto de la libertada sólo la ausencia de cualquier necesidad en general. En esto el concepto mantiene el carácter negativo que inmediatamente le atribuí al principio. En consecuencia, ante todo habría que dilucidar el concepto de necesidad, en cuanto concepto positivo que da significado a aquel concepto negativo.
Así pues, preguntamos: ¿Qué significa necesario? La explicación habitual: «Necesario es aquello cuyo opuesto es imposible o lo que no puede ser de otra manera», es una mera explicación verbal, una paráfrasis del concepto que no aumenta nuestro conocimiento. Como explicación real se plantea, en cambio, ésta: necesario es lo que se sigue de una razón suficiente dada: proposición ésta que, como toda definición correcta, puede también invertirse. Según sea aquélla una razón suficiente lógica o matemática o física –denominada esta última «causa»-, la necesidad será lógica (como la de la conclusión cuando están dadas las premisas), matemática (por ejemplo, la igualdad de los lados del triángulo si los ángulos son iguales), o física, real (como la aparición del efecto si se da la causa): pero, una vez que la razón está dada, la necesidad se une a la consecuencia con el mismo rigor en todos los casos. Únicamente en la medida en que concebimos algo como consecuencia de una razón dada, lo conocemos como necesario; y, a la inversa, en cuanto conocemos algo como consecuencia de una razón suficiente, comprendemos que es necesario: pues toda razón es concluyente. Esta explicación real es tan adecuada y exhaustiva, que necesidad y consecuencia de una razón son realmente conceptos intercambiables, es decir, en todos los casos puede uno ser puesto en lugar del otro. Según ello, la ausencia de necesidad se identificaría con la ausencia de una determinada razón suficiente. Como lo opuesto a lo necesario se concibe, en cambio, lo casual; lo cual no ocasiona aquí conflicto alguno. Todo lo casual lo es sólo relativamente. Pues en el mundo real, único lugar donde se puede encontrar lo casual, todos los acontecimientos son necesarios con respecto a su causa: en cambio, son casuales con respecto a todo lo demás con lo que coinciden en espacio y tiempo. Pero entonces lo libre, dado que su característica es la ausencia de necesidad, tendría que ser estrictamente lo que no depende de causa alguna, con lo cual tendría que definirse como lo absolutamente casual: un concepto éste altamente problemático, cuya inteligibilidad no garantizo y que, sin embargo, coincide de forma especial con el de libertad. En cualquier caso, lo libre sigue siendo lo que no es en ningún respecto necesario, lo cual quiere decir que no depende de ninguna razón. Aplicado a la voluntad del ser humano, este concepto significaría que una voluntad individual no estaría determinada en sus exteriorizaciones (actos de voluntad) por causas o razones suficientes en general; porque, en otro caso, y dado que la consecuencia a partir de una razón dada (de cualquier tipo que sea), es siempre necesaria, sus actos no serían libres sino necesarios. Aquí se basa la definición de Kant según la cual la libertad es la facultad de iniciar por sí mismo una serie de cambios. Pues ese «por sí mismo» significa, remitido a su verdadero significado, «sin causa precedente»: pero esto es idéntico a «sin necesidad». De modo que, si bien aquella definición da enseguida al concepto de libertad la apariencia de ser un concepto positivo, en una consideración más cercana vuelve a surgir, no obstante, su naturaleza negativa. Así, la voluntad libre sería aquella que no estuviera determinada por razones; y, puesto que todo lo que determina otra cosa tiene que ser una razón y, dentro de las cosas reales, una razón real, es decir, una causa, una voluntad libre sería la que no estuviera determinada por nada en absoluto; aquella cuyas exteriorizaciones individuales (actos de voluntad) surgieran estricta y originariamente de sí misma, sin ser producidas de forma necesaria por condiciones precedentes, o sea, sin ser tampoco determinadas por nada de acuerdo con regla alguna. En este concepto se nos acaba la claridad de pensamiento, ya que aquí debe dejarse en suspenso, en todos sus significados, el principio de razón que constituye la forma esencial de toda nuestra facultad de conocer. Pese a ello, no falta un terminus technicus para ese concepto: se llama liberum arbitrium indifferentiae. Por lo demás, es éste el único concepto claramente definido, sólido y determinado, de aquello a lo que se llama libertad de la voluntad; de ahí que uno no se pueda alejar de él sin ir a parar en explicaciones oscilantes y nebulosas, tras las cuales se esconde una vacilante insuficiencia: lo mismo que cuando se habla de razones que no producen necesariamente sus consecuencias. Toda consecuencia a partir de una razón es necesaria y toda necesidad es consecuencia de una razón. La consecuencia próxima de la aceptación de un tal liberi arbitrii indifferentiae, consecuencia que caracteriza al concepto mismo y que, por consiguiente, ha de asentarse como distintivo suyo, es que a un individuo dotado de este arbitrio, bajo circunstancias exteriores dadas y definidas de forma totalmente individual y sin excepción, le resultan igualmente posibles dos acciones diamentralmente opuestas."

2:08 a. m.  

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