lunes, mayo 23, 2005

La higuera supo ante él
- piel negra
tersa,
herida roja
de miel-
de él maravillarse.
Ya lo abre con sus manos,
ya la vieja lo devora,
callada,
el higo,
así de lento.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo que en este poema nos vemos reflejados nosotros mismos.
Se puede ver como la misma madre que nos llama a la vida acaba con ella.
Creemos que somos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, de construir, de llegar más lejos... hasta que un día destruimos todo lo que nosotros hemos creado, a la vez que somos devorados por aquello que nos ha creado a nosotros mismos. Es curioso destruir lo que más queremos. Tal vez es la única forma de que sea nuestro de verdad.

5:29 p. m.  
Blogger Sheila said...

Avui m'he rellegit aquest poema. Avui m'inspira quelcom d'erotisme. Serà que per mi el cannibalisme sempre ha tingut un punt eròtic.

10:40 a. m.  

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