viernes, abril 22, 2005

Uterino lo real, lo que se da, lo fenoménico, a lo que nunca deseo volver, sino que me aparto las entrañas y nazco. Se huele el sueño y la sangre pegados al vestido y todo esto se adivina que consistirá en un continuo juego de memoria o de la memoria que se contorsiona en el dibujo de mi letra. O de desmemoria, como siempre en estas dicotomías sexuales según se mire o viceversa, pues es ésta la estructura circular de los espejos en los que me miro horrorosamente. Y que me pasé la vida mirándote sin verte te lo escribiré luego en un papel, cuando se acabe, pues el universo es finito ya que se inventó que se expande. No lo he leído pero quizá esa luz de las galaxias que se va alejando en el espacio (y en el tiempo) me estoy imaginando que es la curva de la línea, la espaciotemporal. Se me mete en el cuerpo esta idea y ruedo un rato por el suelo circular de la voluntad. Siempre nazco al consecutivo, contiguo y continuo útero de lo real.