jueves, septiembre 21, 2006

Quisimos creerlo, es decir, lo creímos

Si atravesar el cuello del útero materno no fue algo consciente, diría que tampoco palmarla será cosa de esta conciencia que escribe. El ser como conciencia resultó la identificación más nociva para el cuerpo y el aliento. Dimos crédito al postulado de René (pienso, luego existo), quien lo heredó del pensamiento cristiano. Pero, más allá de las coordenadas culturales e históricas, quisimos creerlo, es decir, lo creímos.
Durante lo que era un apacible trayecto en tren, sobreviene de repente el pensamiento del propio no-ser. La conciencia se retuerce de angustia. Profunda y conscientemente respira todo el egoísmo que pudiera contener el vagón. El miedo se neutraliza. Sospecha, sin embargo, que las paredes le quedarán pringadas de una sustancia color rojo negruzco. Mira a su alrededor y, con una mueca burlona, saluda al viajero de enfrente.

1 Comments:

Blogger mauriç said...

Siempre he preferido a San Agustín, y su "Me equivoco luego soy".
Es menos pedante y más creíble. Además de ser así yo debo ser mucho.

9:08 p. m.  

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