lunes, noviembre 13, 2006

La embriaguez, Mnemósine y la escritura

Papel y boli. Acabo de tomar asiento en un café. Las voces, el hilo musical: ruido. ¿Podré recordar algo de lo pasado por las líneas de mis adentros hace unos minutos? Andaba a paso muy ligero, haciendo un trayecto ya sabido pero que no creía tan automático. Venía pensando en la embriaguez. Y en el olvido. Y en la torre de Babel del conocimiento sobre mí misma que intento edificar en mi computadora. Esta babélica construcción no es una exhibición de soberbia, trato de que sea un ejercicio de la memoria (mi enfermedad crónica). Ésta me asfixia o me abandona –así, a niveles atroces—; estoy a su merced. Seguramente sí sea soberbia mi torre de bytes queriendo saber de este caballo negro de la memoria. Venía pensando en la embriaguez. Las cuatro paredes de cartón-piedra que habito inundadas de montañas de cosas (ropas, libros, trastos); imagen del desorden pleno de la borrachera de estos días. Empiezo a olvidar lo que venía pensando. He visto unas botas — 97,90 €— en un escaparate, hijos de puta. Mejor no entrar a escribir a la biblioteca, demasiado silencio, me toparé con el cruel folio en blanco. ¿Me pones un té con leche, por favor? Aquella mesa, junto a la ventana, apartada. Estoy olvidando, estoy olvidando. El escritor es un sujeto histriónico. Se pone a llorar sobre el papel; llorar por escrito. Una memoria de genio habría de trabajar el que pretenda escribir algo. O aprender a escribir el llanto, que no es lo mismo que llorar por escrito (de lo cual acabo de dudar). No recuerdo haber escrito nunca así de rápido; puede que tampoco así de malo. Mucha gente gusta de escribir algo de vez en cuando. Bueno, tampoco tanta; en realidad bastante poca, pero mucha más de la que creía. Esto, y dar-a-un-crío-un-papel-para-que-invente-cómo-podría-seguir-una-historia, me deja atreverme a tocarle el culo a la escritura. Intento recordar, intento recordar. ¿En realidad valía la pena lo que veía diciéndome por el camino? ¿O era sólo un querer no perder las palabras que iban viniéndome a la boca?

p.s. por poco me voy sin pagar.

1 Comments:

Blogger mauriç said...

Por el precio del Té se lo merecían ;p

La memoria no es en verdad muy distinta a cualquier otro. Si la emborrachas acaba sacando los trapos sucios y diciendo verdades feas sin cesar, balbuceando sin sentido pero sin pausa, o le dá por callarse en un rincón y no responder, encerrándose en sus divagaciones privadas.

A veces temo qué podría pasar si pudiéramos saber qué le pasa por la memoria a nuestra memoria cuando se halla delirando en silencio en el rincón.

9:50 a. m.  

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