lunes, octubre 04, 2004

Círculo 7#a:0?

"Hay una razón, y sólo una, por la cual los alcances y el contenido de la filosofía no parecen reducirse mucho por este proceso de encogimiento. Pues, por muchas que sean las preguntas que puedan transformarse, de modo tal que caigan dentro del tratamiento empírico o formal, el número de preguntas que parecen ser incapaces de tal tratamiento no parece reducirse. Este hecho habría desconsolado a los filósofos de la Ilustración, convencidos como estaban de que todas las preguntas legítimas podrían obtener respuesta a través de los métodos que tan magníficos triunfos habían alcanzado en manos de los científicos de la naturaleza, en el siglo XVII y a comienzos del siglo XVIII.
Es verdad que aun en aquellos días luminosos los hombres no parecían estar más cerca de alcanzar la solución a los interrogantes fundamentales, indiscutiblemente filosóficos, porque, probablemente, no tenían respuesta acerca de si los hombres y las cosas habían sido creados para el cumplimiento de una finalidad, por Dios o por la Naturaleza, y en caso de que lo hubiesen sido, con qué fin; o acerca de si los hombres gozaban de libertad para elegir entre posibilidades opuestas, o, por el contrario, estaban rigurosamente determinados por las leyes causales que gobernaban a la naturaleza inanimada; o de si las verdades éticas y estéticas eran universales y objetivas, o relativas y subjetivas; respecto de si los hombres no eran más que amasijos de sangre y músculos, huesos y tejido nervioso, en vez de ser las moradas terrenales de almas immortales; a si la historia humana tenía una estructura discernible, era una secuencia causal repetitiva, o la sucesión de accidentes causales e ininteligibles. Estas añejas preguntas los atormentaban como habían atormentado a sus antepasados de Grecia, de Roma, de Palestina y del Occidente medieval."

Isaiah Berlin, Conceptos y Categorías,
I. El objeto de la filosofía (1962).