jueves, noviembre 16, 2006

Dolorosamente sincero eh. Gracias por ahorrarme el dolor de mejillas. Casi puedo creerte. No tengo que demostrarte mi cariño con grandilocuencias gestuales. Después de tanto tiempo. Los zurdos siempre me han vuelto loca. Siempre me mordí la lengua para no decírtelo. Podría haberme quedado aquí contigo simplemente por eso. Fíjate que chiflada. Aunque vivir juntos hubiera sido un infierno. Empezamos a olérnoslo. ¿Qué tal el trabajo? Supiste poner cuatro o tres cosas muy simples en mi vida que consiguieron enamorarme. Un disco de bossa-nova, un tren que lleva a una playa de Girona. El amor es otra cosa. Pero ambos son necesarios, enamoramiento y amor. Se necesitan mutuamente para no acabarse, quiero decir. Ya voy yo para el metro mejor. No sé cómo te aguanta ese retrovisor roto tanto tiempo. Ah, una cosa: voy a dejar que siga gustándome aquel otro disco que me regalaste, ¿no te importa, verdad?

miércoles, noviembre 15, 2006

"El" problema (lógico-)teológico

- (si) dios es bondad absoluta (Premisa 1)
- (si) dios es infinitamente sabio, lo sabe todo (Premisa 2)
- (si) el mal existe (Premisa 3)

[Pregunta: ¿cómo se explica el mal?]

- [Respuesta:] (si) dios nos hizo libres para elegir entre el bien y el mal. (Premisa 4)

- Si hacemos el bien: dios nos regala la salvación —del castigo eterno—.
- Si hacemos el mal: dios nos castiga.

- [Conclusión 1] Por tanto: dios nos obliga a hacer el bien. No hay elección, no hay libertad. [Contradicción con la Premisa 4.]

- [Premisa 5 implícita: dios no permite el mal impunemente. dios castiga el mal.]
- [Premisa 6 implícita: el ser humano trata de evitar el castigo.]

- [Conclusión 2] Por tanto: dios nos hizo libres para realizar el mal porque pretendía castigarnos —sabía que morderíamos la manzana, (lo sabe todo)—. Dios es perverso. [Contradicción con la Premisa 1.]


Lectores: ¿Alguna opción alternativa a la relación sadomasoquista entre esta divinidad —definida así por la mayoría de pensadores del cristianismo y aceptada por la ortodoxia eclesial— y el creyente?


La opción de “los caminos de dios son inescrutables”, también llamada teología negativa, considero que no es una opción.

Es decir: me estoy preguntando por el conocimiento sobre tal dios y, si no tengo el conocimiento de tal solución a este problema del mal, este desconocimiento no es solución, puesto que no me estoy preguntando por la existencia de tal dios, sino sobre lo que sé de él.

Si no sé la solución es que no la hay —epistemológicamente hablando—.

La solución de que el ser humano no puede llegar a comprender los designios divinos ya que su inteligencia es limitada me parece una opción negadora de toda teología y por tanto ésta no puede permitirse el gusto de ofrecerla.

La solución agnóstica a este problema del mal supone aceptar la contradicción lógica cuando el mismo problema surge sobre el principio de no contradicción con el que funciona la lógica. ¡Lo cual es una doble contradicción! —¿la aceptamos?—.

El agnóstico nada y guarda la ropa —lo cual está muy bien—, pero supone coger el trozo de papel donde se ha apuntado este “pequeño problemilla” lógico-teológico del cristianismo y meterlo bajo la cama. Mientras, el creyente y su dios continúan con su relación sadomasoquista. ¿Les gusta?

lunes, noviembre 13, 2006

La embriaguez, Mnemósine y la escritura

Papel y boli. Acabo de tomar asiento en un café. Las voces, el hilo musical: ruido. ¿Podré recordar algo de lo pasado por las líneas de mis adentros hace unos minutos? Andaba a paso muy ligero, haciendo un trayecto ya sabido pero que no creía tan automático. Venía pensando en la embriaguez. Y en el olvido. Y en la torre de Babel del conocimiento sobre mí misma que intento edificar en mi computadora. Esta babélica construcción no es una exhibición de soberbia, trato de que sea un ejercicio de la memoria (mi enfermedad crónica). Ésta me asfixia o me abandona –así, a niveles atroces—; estoy a su merced. Seguramente sí sea soberbia mi torre de bytes queriendo saber de este caballo negro de la memoria. Venía pensando en la embriaguez. Las cuatro paredes de cartón-piedra que habito inundadas de montañas de cosas (ropas, libros, trastos); imagen del desorden pleno de la borrachera de estos días. Empiezo a olvidar lo que venía pensando. He visto unas botas — 97,90 €— en un escaparate, hijos de puta. Mejor no entrar a escribir a la biblioteca, demasiado silencio, me toparé con el cruel folio en blanco. ¿Me pones un té con leche, por favor? Aquella mesa, junto a la ventana, apartada. Estoy olvidando, estoy olvidando. El escritor es un sujeto histriónico. Se pone a llorar sobre el papel; llorar por escrito. Una memoria de genio habría de trabajar el que pretenda escribir algo. O aprender a escribir el llanto, que no es lo mismo que llorar por escrito (de lo cual acabo de dudar). No recuerdo haber escrito nunca así de rápido; puede que tampoco así de malo. Mucha gente gusta de escribir algo de vez en cuando. Bueno, tampoco tanta; en realidad bastante poca, pero mucha más de la que creía. Esto, y dar-a-un-crío-un-papel-para-que-invente-cómo-podría-seguir-una-historia, me deja atreverme a tocarle el culo a la escritura. Intento recordar, intento recordar. ¿En realidad valía la pena lo que veía diciéndome por el camino? ¿O era sólo un querer no perder las palabras que iban viniéndome a la boca?

p.s. por poco me voy sin pagar.